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Yo he sido jurado en varios concursos literarios. Sin ir más lejos, como parte de Windumanoth, la semana pasada terminé de leer y de votar los relatos que iban a formar parte del primer número de la revista. A estas alturas sé qué funciona y qué no funciona en un concurso literario. Por eso hoy te voy a dar algunos consejos para que hagas un buen papel en un concurso literario.

Antes de seguir, como si este artículo fuera una cajetilla de tabaco, te va una advertencia: esto no es ninguna fórmula mágica. No te estoy diciendo que por seguir mis consejos vayas a ganar, ni siquiera te aseguro un puesto de finalista. Cada certamen es un mundo, cada jurado es distinto y tienes sus criterios personales.

Dicho esto, vamos a ver qué puedes hacer para quedar bien en los concursos literarios.

No puedes escribir si no sabes leer.

Esto no es un consejo, es una colleja digital. Si no eres capaz de leer y entender las bases, olvídate de participar, no pasarás ni el primer filtro —y el primer filtro suele ser abrir el correo y ver tu relato—.

Si pretendes participar en un concurso literario y que los jueces se tomen en serio tu obra, tienes que cumplir con las bases. Si no puedes —o no te da la gana— perder cinco minutos leyendo las bases, ¿para qué va a perder el juez veinte minutos de su vida leyendo tu relato?

Es muy sencillo, los jueces van a borrar todo lo que no se adapte a lo que exigen las bases. Si es un concurso de novelas, y estas han de tener 150 páginas como mínimo, todo lo que no se adapte irá a la basura. Si en las bases te exigen que la letra sea Times New Roman a 12, no envíes tu manuscrito en Arial 11. Si el concurso es para relatos de 5000 palabras, no envíes un relato de 7000. Si en las bases se te pide el relato sin nombre y una plica a parte, más te vale no enviar el relato con tu nombre y tus datos en el cuerpo del mensaje.

Las bases están para cumplirlas. Si antes de empezar a leer, un jurado se da cuenta de que no las cumples, estás empezando con mal pie y tu obra se irá a la papelera. Es como si te presentaras a una entrevista de trabajo en chándal y sin haberte duchado en cinco días.

Cúrratelo un poquito, lee las bases y cumple con ellas.

El trabajo reciclado es trabajo reciclado.

Entiendo que los lectores tendemos a tener un síndrome de Diógenes latente, sobre todo, con lo que toca a nuestros escritos. Tenemos un relato que escribimos hace cinco años, que era bastante malo y lo dejamos olvidado en los calabozos más profundos de nuestro disco duro.

Un día navegando por la red te encuentras con un concurso literario y piensas que te apetece participar. Miras los plazos y, ¡horror! Vas a llegar muy justo o no vas a llegar. Es inevitable, entras en pánico, porque ganar ese concurso es el sueño de tu vida desde hace treinta segundos.

Entonces cometes el primer error: crees que puedes lograr que un refrito gane el concurso.

Vamos a parar aquí y a pensar un poco. ¿Crees que es serio? Sí, yo también he estado en ese punto y también he pensado que el relato no está mal, que solo necesita que le repasen las costuras y que, con pilas nuevas, ni se notará la diferencia. Pero créeme, se nota… Vaya si se nota.

Vuelvo al símil de antes, ¿crees que puedes conseguir un trabajo llevando el currículo de cuando ibas al instituto? Seguro que no se te ocurriría hacer eso, ¿verdad? Entonces, ¿por qué haces eso en un concurso literario? ¿No te parece que merece dos días de tu tiempo? ¿Pues para qué participas?

Si quieres participar, después de leer las bases, escribe un relato desde cero. Escribe un relato para ese concurso, un relato que se adapte a la temática —no cambies un párrafo para que se adapte—. No quieras vender refritos.

No vas a ganar con un refrito.

El tiempo es finito.

En mis primeras experiencias como jurado leía todos los relatos, desde la primera letra hasta el punto final. Les daba a todos el beneficio de la duda. Pensaba realmente que era lo más honrado.

Entonces, a medida que pasaba el tiempo y el plazo se terminaba, llegaban cada vez más obras. El último día llegó un verdadero aluvión. No os hacéis una idea de lo que llegué a agobiarme, sin salir prácticamente de casa, leyendo como un loco.

Eso no me ha vuelto a pasar. He aprendido. Y como yo, cualquier jurado con cierta experiencia.

Si tu relato llega en los primeros días, cuando hay poco que leer y mucho tiempo, tienes muchas posibilidades de que se lea completo. Si llega el último día, tienes que ser capaz de enganchar al jurado en la primera frase, como mucho, en el primer párrafo. Si no lo haces te descartarán.

Cuando tienes que leer 300 relatos, desarrollas una defensa psicológica. Lees el primer párrafo con atención, si no te dice nada, lo descartas. Habrá algún jurado que te dará el beneficio de la duda y leerá hasta tres párrafos, con mucha suerte una página. Pero créeme, todos con los que he hablado yo, no pasan del primer párrafo.

Trata de entrar en el concurso lo antes posible. No esperes al último día cuando el jurado está enterrado en una montaña de relatos. Entra pronto y escribe una primera frase impactante, un primer párrafo increíble, quema las naves en tu primera página, porque será esa la que marcará la diferencia entre entrar o no entrar en el concurso.

Los títulos importan.

Esto va un poco en la misma línea que el consejo anterior. El título, en un concurso literario es importante. No debemos juzgar un libro por su cubierta, pero lo hacemos; el jurado de un certamen literario no es diferente.

Si tengo que leer 50 ó 60 relatos en una tarde y me encuentro con un título cliché, lo primero será resoplar, lo segundo será pensar: «qué pereza» y lo tercero será pensar: «si el título es malo, cómo será el relato…».

Sé un poco original, sedúceme con el título de tu relato y me tendrás a tus pies. En lugar de titular a tu relato: Pérdida, llámalo La última galletita de chocolate. Usa palabras extrañas en los títulos, palabras que no deberían estar ahí y que te llaman la atención al leerlas. Engánchame con un título gracioso, uno que no tenga sentido o uno tan largo que lo tenga que leer dos veces.

Sé diferente.

Ponte traje.

Te lo repito, no me vengas a la entrevista en chándal. Ponte traje… O al menos, arréglate un poquito.

No envíes un relato sin revisar. Nunca. Jamás. Mai. Jamais. Nie. Nooit.

Si tengo que entrevistarte entre arcadas, mal vamos. Si hueles mal, vistes mal y hablas mal, no vas a conseguir un puesto de trabajo. En un concurso literario te va a pasar lo mismo.

Cuida tu relato. Revisa. Relee. Edita. Corrige.

No voy a escoger tu relato si eres incapaz de usar correctamente las formas verbales o si has usado una palabra mal porque no la conocías. Te puedo pasar alguna falta de puntuación, pero un texto lleno de faltas de ortografía, de erratas, con mala puntuación y con una estructura de parvulario se irá a la papelera.

Condenado a las calderas de Pepe Botero. Sin miramientos además.

No puedes permitirte enviar un relato en el que se note la falta de habilidad a la hora de escribir. Es terrible leer un relato con faltas de ortografía, frases mal construidas, palabras fuera de lugar y todo ese tipo de cosas. No necesitas ser filólogo, solo escribir bien, ¿cómo vas a ser escritor si no entiendes las normas básicas del idioma?

Original y divertido.

Otro de los grandes errores es ser aburrido. Esto suele pasar cuando fuerzas la máquina. Lo has hecho muy bien, vas a escribir un relato solo para ese concurso literario. El problema viene cuando te sientas y esa idea repentina deja de parecer tan buena.

Entonces te lías y como ya estás puesto, pues te dejas liar. Y acabas entregando un relato que no es más que una sucesión de descripciones o, peor aún, una sola y larguísima descripción de lo que sea.

No hace falta que lo diga, ¿verdad? Error.

Si estás escribiendo un relato corto el lector quiere algo más que descripciones. Quiere acción y unos personajes que pueda entender. En un relato corto el lector no necesita saber lo verdes que eran sus colinas o lo azul que era el cielo.

No necesitas detalles. Necesitas acción y emoción para enganchar al lector.

Desconfía de las ideas que llegan rápido. Si la idea te ha llegado repentinamente, como una lengua de fuego sobre tu cabeza, hay una gran probabilidad de que sea porque la has visto antes muchas veces.

No pierdas la compostura.

¿Te imaginas acosando al jefe de personal de una empresa que no te ha contratado? Supongo que no. Entonces, ¿por qué crees que es buena idea acosar a la organización de un concurso preguntando por qué no han escogido tu relato?

Hay que saber estar. Para mí, esa es una de las condiciones principales. Yo suelo pillar la matrícula la personal y odio que me den la brasa —de hecho tengo absolutamente todos los grupos de Whatsapp silenciados—. Si me agobias y luego te vuelvo a encontrar por ahí, ten claro que te voy a juzgar en base a mi experiencia pasada contigo. Lo que no te va a ir nada bien.

Si no te han escogido, será por algo o quizá, simplemente, es que había muchos relatos tan buenos como el tuyo y has quedado fuera por poco. A la próxima será.

En lugar de encabronarte y ciscarte en los muertos del jurado, piensa que son gente como tú, que se han tenido que leer tropecientos mil relatos en un mes. Ten un poco de empatía y ten claro que no tienen nada personal contra ti.

Y ahora…

Pues bien, con todo esto en mente, ¿te animas a participar en este concurso de novela? Marketing online para escritores participa con una beca para sus cursos de la plataforma.

Jaume Vincent

Escritor de terror. Copywriter