Escribir es mi trabajo

Puede que el título no sea muy de copywriting. Eso de “escribir es mi trabajo” no engancha. Pero no hay título mejor para lo que te vengo a contar hoy. Porque hoy voy a hablar no solo de piratas, sino de quienes los ayudan para conseguir sus objetivos pisoteando el trabajo de otros.

¿Cómo llamas a esos? ¿Aprendiz de pirata?

Imagina que en tu barrio hay una tienda pequeña en la que venden naranjas. Son unas naranjas buenas, a todo el mundo le gustan y a su dueño le va bien el negocio. No para grandes lujos, pero sí para pagar las facturas.

Imagina ahora que todos los días, de la gente que pasa por el negocio, una persona se lleva varias naranjas sin pagar. Puede que al principio, el dueño no lo note, pero con el tiempo verá que sus beneficios van mermando más cada vez.

Y ahora supón que la persona que se apropia de todas esas naranjas robadas, monta otra tienda para regalarlas. La verdad es que al ladrón le dan igual las naranjas, no ha hecho ningún esfuerzo para que fueran de buena calidad. Eso ya lo ha hecho otro por él. Su tienda se mantiene económicamente gracias a anuncios publicitarios.

¿Quién compra ahora en la primera tienda, en la que hizo la inversión, en la que trabajó para traer al barrio las mejores naranjas?

Nadie.

Imagina, por último, que uno de los cantantes más conocidos de la ciudad promociona la tienda de las naranjas robadas. Al tendero inicial no le queda más remedio que cerrar. Al de la tienda de naranjas robadas le da igual: ya se las robará a otro.Al cantante también. Él ha conseguido que su audiencia esté satisfecha. No le importa una mierda si pisotea a otro en el camino.

Te preguntarás por qué te cuento todo esto.

Un blog con mucho tráfico ha publicado la semana pasada un post con una lista de páginas pirata. Páginas en las que de forma ilegal —te aseguro que yo nunca he dado mi consentimiento para que mis libros estén ahí y lo están— te puedes descargar gratis el trabajo de otra persona: mi trabajo. Un año de trabajo más la inversión monetaria de corrector, maquetador e ilustrador.

Vale, esa persona no está cometiendo ninguna ilegalidad, teóricamente. Las páginas pirata ya estaban ahí. Denunciadas a Google —que en estas cosas es igual de lento que la justicia en general— pero él puede decir que solo las ha recogido, que es lo que su audiencia le pide (que, por cierto, si eso es lo que te pide tu audiencia yo miraría qué tipo de audiencia tengo, pero en fin…). No está haciendo nada ilegal, pero sí está atentando contra la ética.

Es el cantante que promociona al ladrón de naranjas.

El incremento de tráfico de tu blog no justifica que no respetes el trabajo de los demás.

Más aún cuando se te insta (mediante mails y comentarios, que no han sido publicados) a rectificar. Cuando se te ruega que retires un post que vulnera el trabajo de muchas personas al facilitar la dirección del pirata.

La piratería de libros es para los escritores como los ladrones de naranjas para el tendero. Poco a poco se van cerrando editoriales, librerías (cada día cierra una en España), los escritores no pueden vivir de sus ingresos y producen menos porque tienen que trabajar en otra cosa. Miles de vidas dependen de los ingresos de los libros. Vidas que nadie respeta.

¿Verdad que te parece inconcebible robarle una naranja al tendero?

¿Por qué entonces entras en mi casa a robarme un año de trabajo cuando puedes tenerlo por el precio de un café?

¿Por qué no respetas mi trabajo?

Porque no sé si esta persona —o la que se descarga mi libro—se da cuenta de que escribir es mi trabajo. 

¿Tú te das cuenta?

Si es así, ayúdame compartiendo este post con el hashtag #escribiresmitrabajo, ayúdame a concienciar a la gente de que compartir páginas pirata y descargar libros de forma ilegal es ROBAR el trabajo de otros. Porque sin mi trabajo, sin el de tantos escritores como yo, puede que poco a poco las naranjas que lleguen al barrio sean de mala calidad. Si es que llegan…

Total, a nadie le importa.

Solo a ti, al que las devora porque le encantan. Y a mí, que son mi vida.