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Como ha dicho esta semana Rafa de la Rosa en su blog, ser escritor es un oficio difícil. Podríamos decir que el escritor profesional es un atleta de la literatura.

Cuando eres pequeño, tienes un talento natural para escribir, pero de ahí a correr marathones hay años de preparación, entrenamiento y sacrificio. Y alzarnos con la victoria de vivir de lo que escribimos es algo que depende completamente de nosotros. Nadie vendrá a rescatarnos si perdemos la carrera o flaqueamos en un sprint.

Cuando yo era joven…perdón, cuando era más joven que ahora, jugaba a un juego absurdo de esos de botellón llamado el “Yo nunca”. Una persona decía “Yo nunca he hecho tal cosa” y los que sí lo habíamos hecho teníamos que pagar de alguna manera: bebiendo, dando una prenda, haciendo algo que nos pidieran los demás…En fin, esas cosas.

A veces, cuando hablo con escritores que quieren vivir de sus libros pero que no están dispuestos a hacer ningún tipo de sacrificio por conseguirlo, es como si volviera a jugar al “Yo nunca”. “Yo nunca viviré de la literatura”—dicen, en realidad. No se dan cuenta de que no lo conseguirán porque ellos mismos se están poniendo barreras mentales. El oponente que está en nuestra cabeza es mucho más fuerte que el que se enfrenta a nosotros en la pista. No hay nada más potente que los obstáculos que nos ponemos a nosotros mismos.

Yo no sirvo para ser escritor. No lo conseguiré. 

 

Cuando empiezo con un alumno nuevo, sé —casi en un 80% de las veces— quién lo va a conseguir y quién, no. Y, desgraciadamente, la calidad literaria tiene poco que ver en esto. Lo que determina la diferencia entre un escritor profesional y un aficionado es que el profesional quiere realmente conseguirlo.

Y querer conseguirlo es una mezcla a partes iguales de compromiso, disciplina y “mimbres mentales”. El talento comienza las grandes obras, pero solo la perseverancia las termina.

Si un escritor se repite a sí mismo que no tiene talento y que es muy difícil vivir de la literatura, nunca jamás lo conseguirá. Somos como las cebollas. Todos tenemos un interior jugoso y picante al que hay que llegar quitándole las capas. Pero si nunca las retiras, ese talento seguirá oculto y se pudrirá en el cesto, con otras cebollas.

¿Por qué esa persona, que escribe peor que yo, lo consigue y yo, no? 

 

Es emocionante ver a los atletas olímpicos atravesar la meta tras un esfuerzo considerable. Sin embargo, nuestro ego de escritor, cuando ve a un compañero que alcanza la meta, no piensa en el esfuerzo considerable que lleva detrás, sino en nuestro propio esfuerzo que no da los mismos frutos.

No se nos ocurre pensar que tal vez ese otro escritor tiene una dosis mayor de motivación —lo desea mucho más que tú, se esfuerza en conseguirlo mucho más que tú. La motivación es como un cohete. O como un chute de Red Bull.

Aunque suene un poco tonto, tener la arquitectura mental necesaria para llevar a cabo tus objetivos — los “mimbres mentales”— puede ser mucho más importante de lo que parece. Como escritor, sabes que debes mejorar y aprender, pero en el momento en el que se te presenta un desafío que te saca de tu zona de confort, puedes oír al “Pepito Grillo” de tu motivación susurrándote al oído:

Eso de ser escritor profesional me queda demasiado grande. 

 

Inmediatamente, limitas tú mismo tu disposición a enfrentarte a un desafío. Sin fe en tu propia capacidad, te vuelves adverso a los riesgos. Es más sencillo —y desde luego, menos peligroso— no salir jamás de la zona de confort. Como escritor, eres un explorador de ideas, de nuevos mundos, de formas diferentes de ser ¿Por qué no los exploras fuera de tus libros?

Una mente cómoda es especialmente sensible a la crítica. No ves la crítica como una oportunidad de aprendizaje —dolorosa, pero necesaria—, sino que la tomas como algo personal, un daño íntimo. Te erizas como un puercoespín con las correcciones y las sugerencias de gente que sabe más que tú.

Ver los fallos como oportunidades de progresar te lleva a tener mejor relación con tus editores y tus lectores. Y a progresar como escritor.

¿Qué se cree éste criticando mi libro? Mi libro es perfecto. 

 

Cuando tus mimbres mentales están bien puestos, la creatividad corre a sus anchas. Una mente de mimbre es más adaptable que una mente de cemento y deja espacio a la imaginación.

Para muchos escritores de ficción, la escaleta es solo un mapa. Muchos de los detalles de la trama van surgiendo a medida que escriben. Al no tener la trama en compartimentos estancos, pueden encontrar conexiones inesperadas, detalles en los que merece la pena detenerse o pequeños fragmentos de verdadera felicidad creativa.

Una mentalidad sana como escritor transforma el escribir en un viaje inolvidable. Un viaje de descubrimiento de nuevos mundos.

Si además de escribir pretendes vivir de la literatura, la mentalidad correcta es imprescindible. Tener ideas y talento para escribir un libro es una cosa. Conseguir vivir de ello es otra: hay que estar abierto a la retroalimentación, tener voluntad de aprender, de innovar, de probar que se ajusta a ti y qué, no. Aceptar que es posible que tengas que cambiar tu forma de pensar en ciertas cosas.

Pero es que siempre se ha hecho así…

 

La forma de hacer las cosas no se graba en piedra. No es inmutable, ni perenne. Tienes que estar dispuesto a aceptar que no sabes de todo, que todos te pueden enseñar algo nuevo. Que puedes cambiar de creencias. De opinión. De vida. Esa es la diferencia entre fallar y conseguirlo. Lo que crea el continente necesario para el éxito. Lo que te permite alcanzar tus resultados.

Tal vez te preguntes por qué me he puesto tan filosófica hoy. Tal vez, no. Tal vez te importe un comino, pero te lo voy a decir. Mi amigo Oscar Feito ha publicado un libro (que es un libro-podcast, porque aparte del libro trae muchos audios para irlos oyendo poco a poco. En pequeñas pildoritas de motivación) con toda su experiencia con emprendedores. Y, aunque no está orientado específicamente a escritores, creo que es muy útil si tu mentalidad es la de un escritor emprendedor.

Tal vez, sea el momento de empezar a colocar tus mimbres mentales.

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Puedes ver de qué va “Mimbres mentales” clicando en la imagen.