MUNDO EDITORIAL relación autor profesionales

Este es un post invitado de Mariana Eguaras, a la que recomendamos mucho seguir para enterarse de todas las novedades del mundo editorial y por la calidad impecable de sus servicios.


El término edición es muy amplio y, de hecho, involucra uno o varios procesos, por lo que algunas veces lleva a la confusión y a no saber a qué nos referimos o a qué aluden los demás. Podemos llamar edición al proceso que se inicia cuando acaba la escritura de la obra y termina en el momento de publicar.

También se denomina edición la interacción con la narrativa y las palabras que le dan forma, incluidas las revisiones y correcciones; en tal caso, editamos texto y, sin embargo, también podemos editar tablas, cuadros y elementos gráficos, e, incluso, fotografías e infografías.

En las editoriales, editar suele aludir al proceso editorial, incluida la selección de manuscritos, hasta la publicación en forma de libro impreso, electrónico o audio. Por otro lado, están la preedición y la posedición, que se pueden considerar fases inicial y posterior, respectivamente, del proceso integral de edición de un libro.  

La terminología usada en el mundo editorial deviene de la imprenta y, a su vez, los términos empleados en español para la imprenta provenían del francés. Con el advenimiento de la informática ganó terreno el inglés, del que tomamos varios vocablos para españolizarlos, incluso para inventarnos palabras —como salvar un documento cuando la lengua cuenta con guardar para tal acto.

Martínez de Sousa, en el libro Manual de edición y autoedición, trató el asunto de la terminología editorial como problema con profusión de ejemplos. Él considera que varios términos nuevos «muchas veces compadecen mal con el genio de nuestra lengua».

Así y todo, los avances en la informática, los programas (software) y la práctica diaria hacen que empleemos palabras muy diversas para referentes de lo más disímiles. 

Tanto los autores como los profesionales de la edición podemos inclinarnos por usar la terminología más tradicional o bien la más reciente para mencionar una tarea de escritura o de edición, o parte de una historia o de un libro. Desde mi punto de vista, lo primordial es entender a qué no referimos; de ahí la importancia de contextualizar la edición.

Una colaboración necesaria

Los autores necesitan de los profesionales de la edición para escribir y publicar con un mínimo de calidad y los profesionales necesitamos de los autores para desarrollar nuestro trabajo. Sí, sé que es una verdad de Perogrullo, pero no está de más recordar la necesidad mutua que tenemos para comprendernos y percatarnos como aliados y no como contendientes.

Un requisito para un autor que aspire a ser escritor profesional es conocer el mundo editorial, el mundo del libro, pues será el hábitat en el que se moverán él y sus obras. Por otro lado, tanto profesores de escritura, ilustradores, correctores, redactores, diseñadores y maquetadores como periodistas, blogueros y mercadólogos debemos hacer un esfuerzo por entender a los autores que se inician en la escritura y la publicación para ayudarlos a determinar qué quieren y asesorarlos, a fin de que comprendan qué necesitan y qué podemos aportarles.

A veces los profesionales podemos resultar cansinos porque pedimos muchos datos sobre el manuscrito o sobre lo que quiere el autor; la finalidad es justamente para esa: determinar qué quiere y necesita el posible cliente. Requerimientos como «necesito delinear los personajes» sin la información de si son cuatro o veinte los que aparecen en el manuscrito, a qué género pertenece la novela, cuántas palabras tiene y cómo es la escritura son insuficientes. 

Lo mismo pasa con la pregunta «¿cuánto cuesta editar un libro?». Quien la plantea  puede estar pensando en distintas tareas, en dos o tres de ellas o en todas a la vez. Y esas tareas pueden ser disímiles, como el asesoramiento narrativo, la lectura crítica (como la de los lectores cero), el informe de lectura, la corrección de estilo, o editing, la corrección ortotipográfica y hasta la publicación del libro.

Independientemente de la terminología, los escritores tienen que informarse para comprender qué desean y, a su vez, expresarlo con la mayor claridad posible a las personas que participarán en el proceso de editar su libro. Por otro lado, los profesionales debemos ayudar a los autores a dilucidar qué quieren y necesitan, y presentarles todas las posibilidades de mejora y dotación de calidad para que elijan en función de su presupuesto.

Como proveedores de servicios, contribuimos a lograrlo con la publicación de entradas instructivas en nuestro blog, que permiten a los escritores conocer cómo tienen que solicitar información sobre los servicios que brindamos. Además, es de ayuda preguntar lo mismo con otro enfoque para comprender cabalmente la información que nos proporcionan y detallar en los presupuestos qué incluye y qué no un determinado servicio.

La información que hay que considerar

La intención del profesional no es cotillear de antemano una obra, sino conocer el material con el que, posiblemente, vaya a trabajar. Leer un fragmento del manuscrito, ver cómo está ordenado, evaluar qué elementos tiene y cuáles le hacen falta, y qué podemos aportar con nuestro trabajo es el mejor modo de establecer una relación justa para las partes que intervienen en la edición de un libro.

Por lo que respecta a la fase posterior a la escritura de la obra y las acciones necesarias para publicarla como libro es recomendable que los escritores tengan a mano y apunten cierta información, ya que tarde o temprano necesitarán los datos siguientes:

  • El género en el que se inscribe la obra, o géneros si es más de uno (mejor aún si se puede clasificar por materias Thema y Bisac);
  • la cantidad de palabras o de caracteres con espacios (matrices) que tiene para conocer la extensión;
  • si la obra incluye imágenes o elementos gráficos (tablas, gráficas, esquemas, etc.) y cuántos de cada uno de ellos;
  • si esos elementos se darán terminados o hay que generarlos y si irán a color o en escala de grises (esto afecta a la maquetación pero sobre todo a la impresión);
  • respecto al exterior del libro, qué información debe contener la cubierta (título, subtítulo definitivos, cómo aparecerá el nombre del autor, logotipo, etc.), la contracubierta (descripción, código de barra del ISBN, ¿mini biografía, logotipo, página web, etc.?) y el lomo; también qué se pondrá en las solapas si el libro las lleva;
  • qué libros te gustan por su cubierta y por su interior, ya que esto ayuda a encontrar el estilo estético y compositivo para tu libro;
  • si también publicarás la versión en digital y en audio;
  • las fechas y los plazos que has calculado para la ejecución de los servicios, que, probablemente habrá que ajustar para dar tiempo a su consecución y a reorganizar las acciones de marketing previas al lanzamiento del libro; 
  • cualquier pregunta o duda que albergues.

Es preferible que antes de iniciar un trabajo le preguntes a tus colaboradores las tareas de edición que en general desconoces. Es lógico que no sepas cómo se llega a obtener una ilustración creada exprofeso para la cubierta o cómo maquetar un libro para que las páginas queden armónicas y sean legibles. Que no te dé corte preguntar; ten en cuenta que nosotros tampoco lo sabíamos hasta que lo aprendimos. 

Sea cual sea la acepción que uses de editar, recuerda informar a quienes trabajarán con tu obra qué es lo que buscas y cómo lo deseas; siempre encontrarás un profesional adecuado para trabajar con tu manuscrito y hacer realidad la publicación de tu libro.