TRABAJAR COMO TRADUCTOR

Una de las opciones del escritor que empieza a formar su catálogo es trabajar dentro del mundo editorial en otras cosas hasta que sus libros empiezan a generarle ingresos. Trabajar como traductor te permite compaginar la escritura con un trabajo que la mejora. Hoy, Miguel Olmedo Morell nos cuenta cómo vivir de la traducción en el mundo editorial actual. Te dejo con él.

Cómo vivir de la traducción en el mundo editorial actual

Desde que comenzó la cuarentena por culpa de la Covid-19, la idea del trabajo en remoto se ha ido volviendo cada vez más y más atractiva para muchas personas. Poder trabajar desde cualquier sitio, en cualquier momento, parece un sueño, sobre todo porque eso nos permite escapar de las grandes urbes a ciudades o pueblos más pequeños con una mejor calidad de vida.

Pero hay un obstáculo, y es que no hay muchas tareas que se puedan desempeñar de la misma forma desde casa que desde la oficina. Hoy vengo a hablaros de una de esas profesiones, que es con la que me gano la vida y pago mis facturas: la de traductor.

Lo que nos lleva a muchos a elegir este trabajo es el estilo de vida que conlleva, ya que nos permite vivir donde deseemos y gestionar nuestro tiempo de la forma que prefiramos. También hay un fuerte factor vocacional: ¿a quién no le gustaría trabajar traduciendo videojuegos o series de televisión?

Aunque hay quienes tienen un interés más específico (y rentable), como pueden serlo la traducción médica o jurada.Sea cual sea el caso, trabajar en la industria de la traducción es una idea muy interesante por muchos motivos diferentes. Si alguna vez te has planteado dedicarte a esta profesión, o si estás buscando reinventarte e introducirte en una nueva industria, aquí te dejo varios consejos que espero que te sirvan de guía para poder adentrarte en el mundo de la traducción.

Consejos para trabajar de traductor y sobrevivir en el intento

Sé un experto de tu combinación lingüística

Este es el paso principal e ineludible. Si no tienes un nivel C2 en el idioma del que vas a traducir, lo más probable es que tus traducciones no alcancen el nivel de calidad requerido por tus clientes y estos vayan acumulando quejas, hasta que se pasen a otra persona que maneje el idioma mejor que tú.

Si quieres traducir del inglés, te recomiendo tener aprobado el Proficiency de Cambridge; si vas a traducir del japonés, deberías tener el certificado N1 del Nihongo nōryoku shiken.

También es muy recomendable que solo traduzcas de tu lengua objetivo a tu lengua nativa. Es decir, si eres español y has estudiado alemán, deberías traducir siempre de alemán a español, y no al revés, ya que se perderían muchos matices del habla de un nativo, y la calidad de la traducción se resentiría. Sin embargo, también es cierto que en el mundo de la traducción hay muchas personas (entre las cuales me cuento) que hemos recibido una educación bilingüe desde la infancia, en cuyo caso sí deberías plantearte traducir ambas combinaciones lingüísticas (de español a alemán y de alemán a español, por ejemplo).

Sobra decir, por obvio, que también necesitas tener un gran dominio de tu lengua nativa. Es por esto que lo ideal es que tengas una formación en Traducción e Interpretación o alguna Filología; sin embargo, en mi carrera he trabajado con muchos expertos de otras áreas (medicina, ingeniería, química, etc.) que conocen muy bien su campo gracias a la experiencia de muchos años, y por eso son capaces de traducir textos técnicos de esas características.

Especialízate

De la misma manera que en MOLPE siempre te dicen que te centres en tu lector objetivo, en el mundo de la traducción, no basta con decir «se me da bien este idioma» y esperar que los clientes empiecen a llamarte para traducir sus textos.

No es lo mismo traducir un manual de usuario de un aparato médico que un informe financiero o un certificado del registro mercantil; estos documentos requieren conocimientos muy técnicos, un vocabulario muy específico imprescindible si queremos conservar el significado del original.

Es por esto que recomiendo encarecidamente estudiar un máster en la disciplina a la que te quieras dedicar. Por suerte, la oferta formativa en España es muy amplia, y hay especializaciones en casi cualquier materia en la que puedas pensar. Por otra parte, si no tienes el tiempo o el dinero para estudiar un máster, recomiendo hacer cursos de empresas líderes en la industria, como lo son Trágora Formación o Cálamo y Cran. Lo importante es que te diferencies del resto de traductores, que ofrezcas algo único.

Ten en cuenta que los clientes y empresas de traducción no están buscando «un traductor de inglés a español», sino «un traductor médico especializado en contenido de marketing para fármacos de inglés a español». Cuanto más específico sea tu servicio, menos competencia vas a tener y más propuestas te van a presentar. Eso sí, no te cierres tampoco en un tema muy de nicho, o tus conocimientos no le serán de utilidad a nadie.

Domina las herramientas CAT

A la mínima que te adentres en el mundo de la traducción, descubrirás la existencia de unas herramientas llamadas CAT (Computer-Assisted Translation). Se trata de programas que ayudan a hacer nuestra labor mucho más fácil con funciones como guardado de formato (así no tienes que dar formato tú a ese archivo Word o InDesign, ya se encarga el software), segmentación del texto (para que puedas traducir cada frase por separado, pero tengas acceso al contexto que la rodea), creación de memorias de traducción (para que los segmentos que ya se han traducido antes se «autotraduzcan» sin que tengas que hacer nada, para evitar repetición del trabajo y asegurar la consistencia del texto…).

Hoy en día es casi imprescindible tener alguna de estas herramientas para poder realizar la función de traductor, ya que nos hacen el trabajo mucho más rápido y sencillo. El problema, y no es cualquier tontería, es que son tremendamente caras. Por ejemplo, SDL Trados Studio, el software más popular y versátil de todos, cuesta 485€; MemoQ, una opción más sencilla pero muy útil, cuesta 620€; y Wordfast cuesta 400€ (todos estos precios son orientativos, y cambian según la modalidad del producto que elijas).

Dependiendo de la empresa con la que trabajes, tendrás que usar un programa u otro; por suerte, hay formatos de proyecto que pueden abrirse en casi cualquier herramienta CAT, así que en principio cualquiera de ellas te debería valer.

Sin embargo, si vas a trabajar para una empresa de traducción, hay noticias relativamente buenas en el horizonte. Y es que casi todas las grandes empresas de traducción están elaborando sus propias herramientas CAT online que puedes usar de forma gratuita para sus proyectos. El único problema con estas es que suelen ser más rudimentarias que un software completo, o que vas a tener que aprender a usar ese programa desde cero cuando ya te habías habituado a otro. Pero si algo tiene esta industria, es que tienes que estar constantemente renovándote, así que acostúmbrate a ir aprendiendo cómo usar distintos tipos de software

Acostúmbrate a los horarios flexibles y a la burocracia

Lo bueno de ser tu propio jefe es que puedes trabajar en los horarios que tú elijas. Lo malo es que tus clientes te van a exigir trabajar en horarios muy específicos, y normalmente con mucha urgencia. Puede que un lunes o un martes tengas poca tarea y puedas relajarte, pero ve haciéndote a la idea de que vas a trabajar muchos fines de semana. O lo que es peor: prepárate para los clientes que te van a pedir traducir 30.000 palabras en una semana. A mí me ha pasado, y he tenido que hacerlo. Dormir siete horas al día a veces será puramente opcional.

Otro tema es que te vas a tener que acostumbrar a realizar montañas y montañas de papeleo. Este no es el espacio para ofrecer asesoramiento legal, pero, como cualquier escritor emprendedor, vas a tener que darte de alta como autónomo y presentar informes de forma regular a Hacienda para que te cobren un buen pellizco de tu sueldo.

Además, vas a tener que ser tú mismo quien realice las facturas a tus clientes; en caso de trabajar para una empresa de traducción, tendrás que hacerlo a través de sus plataformas y programas indicados específicamente para ello. A veces, esto se convierte en una pesadilla burocrática. Ah, y ve haciéndote a la idea de que vas a tener que perseguir a ciertos clientes para que te paguen, que a muchos de ellos les gusta olvidarse de pagar a sus traductores…

Y recuerda que, a menos que trabajes para una empresa especializada, vas a tener que buscarte tú mismo a los clientes, con lo que tendrás que estar al día con las estrategias de marketing, asistir a eventos de networking, etc. También te recomiendo unirte a varias bolsas de empleo para traductores, ya que estas suelen recopilar trabajos de todo tipo que te pueden ser útiles. Puede que realices traducciones de una calidad insuperable, pero si tus futuros clientes no saben que existes, no te van a contratar.

Considera trabajar como project manager

El mayor atractivo de ser traductor es la libertad que te concede para trabajar cómo y dónde quieras. Por ello, la idea de trabajar internamente en una empresa de traducción como project manager puede parecer contraproducente, ya que es un puesto de oficina en el que estamos sujetos a unos horarios determinados. Sin embargo, puede resultar mucho mejor idea de lo que parece, además de proporcionarte estabilidad y un sueldo fijo.

Y es que al ser project manager puedes ver toda la maquinaria de la industria de la traducción, desde cómo se elabora un presupuesto para el cliente hasta como se realizan los pasos de control de calidad o qué puntos son los que se toman en consideración a la hora de evaluar la calidad lingüística de una traducción. Tendrás una imagen de 360º sobre todo el trabajo que conlleva la traducción de un documento, y recibirás formación completa sobre cómo utilizar todo tipo de herramientas CAT y de plataformas de gestión de documentos.

En definitiva, puedes considerarlo como una suerte de prácticas que te van a dar toda la formación que necesitas para convertirte en un gran traductor una vez salgas. De hecho, esta es una vía muy común para muchos de los lingüistas con los que he trabajado: primero adquieren experiencia durante unos años en este tipo de empresas, y luego, cuando tienen todo el conocimiento y las habilidades que necesitan, salen a ganarse la vida como autónomos con una ventaja competitiva que muchos otros no tienen.

Conclusión: ¿merece la pena trabajar como traductor?

La respuesta a esta pregunta es un clarísimo depende. Para poder ser traductor autónomo, tienes que tener una mentalidad muy empresarial y estar dispuesto a realizar trabajos burocráticos, así como a darte publicidad a través de todos los espacios que puedas.

El sueldo no es fijo, sino que fluctúa dependiendo de los picos de producción de cada industria; el sector financiero, por ejemplo, suele tener mucho más trabajo en los meses de marzo a mayo, mientras que otros muchos reciben toda su carga de trabajo a final de año. Vas a tener que aprender a ahorrar y planificar para los meses en que vengan menos encargos, sobre todo porque Hacienda te va a seguir cobrando igual.

Por otra parte, también hay que decir que, si eres una persona trabajadora, productiva y bien organizada, puedes llegar a ganar mucho dinero con este trabajo. Y te servirá de entrenamiento para cuando seas escritor a tiempo completo.

Además, si te apasiona la industria a la que has decidido dedicarte, vas a disfrutar mucho tu trabajo. Al final, se trata de una cuestión de vocación: no cualquier persona está preparada para la carga de trabajo y diversificación del mismo que supone la vida del traductor, de la misma forma que no todo el mundo está dispuesto a ser un escritor emprendedor, pero también hay gente que no podría trabajar de otra cosa debido a los retos específicos que presenta, y que a muchos les resultan muy atractivos.

Espero que mis consejos te hayan sido de ayuda, y si te han animado a interesarte en el mundo de la traducción, no dudes en hacérmelo saber, me haría mucha ilusión leer tus comentarios.