REDES SOCIALES PARA ESCRITORES: 12 ERRORES FRECUENTES

Actualización completa de un post de 2015.

Me encantan las pelis de enredo, las típicas comedias románticas en las que una equivocación hace que todo se líe y sea divertido. Pero cuando se trata de tu carrera como escritor, los enredos y los errores no son nada graciosos. El problema es que las redes sociales para escritores tienen su propia etiqueta y tienes que saber manejarla para que te sean útiles.

Los escritores no nacemos siendo escritores. Tenemos, como mucho, una disposición natural a soñar despiertos e imaginar tramas. Pero a escribir, se aprende. A leer, también. A escribir correctamente, sin caer en clichés, sin fallos de estructura, de narrador, de estilo, también.

¿Por qué entonces no aprendemos a movernos de forma correcta en redes sociales?

Veo constantemente a compañeros que cometen fallos garrafales en las redes que lo único que hacen es perjudicar gravemente su marca personal. Al verlos, yo misma tengo ganas de salir corriendo en dirección opuesta. Imagina entonces la reacción de sus lectores.

Redes sociales para escritores y errores más frecuentes

Automatizar el contenido de una red en otra

Cada red social tiene su propio baile, sus propias normas y generalmente un tipo concreto de usuario. Si escribes romántica adulta, por ejemplo, es más probable que encuentres a tus lectores en Facebook e Instagram que los encuentres en Twitter.

Por eso, algunos escritores lo que hacen es trabajar Facebook y automatizar el contenido que comparten en Facebook directamente en Twitter. Lo cual es un horror, porque Twitter se limita a poner un tweet que dice: «He publicado una foto nueva en Facebook». Y hay diez tweets seguidos iguales porque has publicado las fotos de una presentación.

¿De verdad piensas que la persona que te vea en Twitter clicará en el enlace para meterse en Facebook a verlas?

Lo que hace tu usuario de Twitter es dejar de seguirte por plasta.

O lo mismo de Instagram a Twitter. Aparece en Twitter la foto más cargada de hashtags que un árbol de navidad, cuando en esta red social lo ideal es no poner más de tres (y muchos me parecen).

Cada red es distinta y lleva una dinámica distinta. No digo que, en un momento puntual, no se pueda compartir de una red a otra. Por ejemplo, ahora que Facebook e Instagram son de la misma empresa puedes aprovechar algunas stories de una en otra o algunas fotos, pero no lo automatices. No todas las publicaciones son buenas para las dos redes.

No cuidar tu presentación en la red

No rellenar la bio, o rellenarla con una frase que no diga nada de ti (y que no tenga tus palabras clave).

No enlazar tus redes en tu blog. O tu blog en tus redes.

No poner una foto de perfil en la que se te vea la cara. Tus lectores quieren saber quién eres. Poner un gatito o un dibujo animado no te humaniza.

De hecho, estás creando una barrera inconsciente con el lector.

Hacer un perfil o una página de tu libro

De la misma manera, es un error el hacer un perfil o una página de Facebook de tu libro. No va a ser el único libro que publiques si quieres ser escritor profesional (no olvides que un escritor vive de un catálogo, no de una sola novela).

¿Vas a hacer un perfil/página por cada libro?

Un libro —además— no es algo humano, no interacciona. Son perfiles muertos en los que el autor habla de yo-yo-y-más-yo que no sirven para formar una audiencia de lectores (que al fin y al cabo es una comunidad).

Puede ser gracioso y ocurrente hacerte un perfil en una red social con el nombre de un personaje de una de tus novelas, pero es trabajo extra que no reporta demasiados beneficios. Y yo estoy por la labor de no trabajar en balde.

Intentar estar en misa y repicando

No todas las redes sociales son adecuadas a tu público. Dependiendo de cuál sea tu público objetivo tendrás que tener más presencia en una o en otra red social, pero lo que sí está claro es que queda feo un perfil sin actualizar desde hace meses y que no contesta a las notificaciones. Da sensación de dejadez. Así que elige cuidadosamente dónde debes estar y no te hagas un perfil en cada red social si luego no vas a usarlo.

Abusar de los privados

Enviar un mensaje para que te sigan en otra red social o en tu blog o para que lean, voten o descarguen tu libro mediante un mensaje privado es un error. Sobre todo, si lo automatizas. Yo te sigo para ver si me gustas. Si lo que dices es interesante, ya buscaré el resto de tus redes, blogs, etc. Es posible que si me gustas, incluso lea tus libros y los recomiende. Participa de la conversación y eso vendrá de manera natural. Pero el hacerlo abusando de un privado hace el efecto contrario: que me entren ganas de decirte adiós.

Ser el típico aprovechado del barrio

Y que además se te note a la legua. Eso es lo que pasa cuando me pides «amistad» en Facebook y nada más darle a «confirmar» me encasquetas tu página de autor. O me metes en un grupo sin pedirme permiso. O cuelgas el enlace a tu libro en el grupo de Facebook que te acaba de aceptar.

Piénsalo en el mundo offline.

Imagina que estamos en una sala y nos presentan. Nada más presentarnos, me dices: «Esta es mi página de autor y estos son mis libros». ¿Qué crees que hará tu interlocutor? Ser educado («Ah, genial, estupendo») y buscar vía de salida lo más rápido posible. No te va a comprar. No te leerá nunca. Serás el típico plasta que solo sabe hablar de su libro.

Qué distinto sería si en esa primera conversación hablas de lecturas comunes, sin mencionar tu libro, tu página o tu blog salvo que venga al cuento.

No saber cuántas y qué publicaciones son aceptables

Una página de Facebook no admite más de dos publicaciones al día, lo mismo que Instagram en el perfil (lo ideal en esta última es 1 publicación en el perfil y 1 storie diarias).

En cambio, en Twitter puedes publicar una media de 8 tweets al día sin ser pesado. Y con menos no se te ve. Ahora, ese contenido tiene que ser variado. No un ego-contenido (Yo, yo mismo y mi mini-yo) , ni un contenido en plan vendedor del Corte Inglés de los contenidos de tus amigos, siempre los mismos y lo que es peor, automatizados cada cincuenta minutos.

Twitter es un devorador de contenido y está claro que tienes que automatizar muchas cosas. Yo uso para hacerlo varias herramientas: Buffer, Dlvr.it, Metricool (tienes tutoriales en el curso de Herramientas para redes de la plataforma), pero también es necesario que interactúes con tus seguidores y que cada día contestes notificaciones y mensajes.

También puede pasar que tengamos una página de Facebook más vacía que las arcas de la Seguridad Social. La carencia de publicaciones no va a traer nada bueno. Todo lo contrario. El algoritmo de Facebook va a hundir las visitas a tu página en la miseria si no la trabajas bien y tus publicaciones no se mostrarán más que a un 4% de tus seguidores con suerte.

Usar el perfil personal de Facebook en vez de tu página de Facebook

¿Qué pasa? ¿Por qué no puedo usar mi perfil personal?

Porque tu perfil personal es eso: PERSONAL. Va a ser por eso que se llama así.

Un perfil personal tiene limitaciones importantes a la hora de ponerte a hacer un plan de marketing online: tienes limitación de «amigos» a 5000, no tienes estadísticas, ni te permite un montón de pijaditas que sí que permite la pagina de Facebook.

Además, tus amigos no son tu público objetivo. Tu familia tampoco. Imagina que eres un escritor de fantasía juvenil y te marcas un post buenísimo sobre los entresijos de Hogwarts como este. Lo cuelgas en tu perfil personal donde están tus compañeros de trabajo (que no leen juvenil), tus tías y primos y algunos escritores que has ido conociendo. Solo los escritores que sean de tu género van a clicar en el enlace y leer el post. Facebook ve que es una publicación con poco impacto y no abre su algoritmo para mostrarla a más gente. Solo la ve el 4% de tus amigos.

Ahora, cuelga una foto personal en tu perfil. Y claro, tu madre y tus tías se pondrán locas de contento «Guapaaaa», «Qué reguapa es mi niña». Facebook (que es una máquina, no lo olvides) ve que esa publicación es la que tiene más impacto y es la que muestra a tus lectores.

¿En serio quieres que tus lectores lleguen a las publicaciones personales o te interesa que lean los artículos de tu blog?

Entonces, tienes que dirigir tu contenido al público apropiado a través de tu página.

Este también es el motivo por el que no tienes que invitar a todo quisqui a que le de «me gusta» a tu página sino solo a aquellos a los que le pueda interesar el contenido. Y SIEMPRE QUE HAYAS ESTABLECIDO UNA RELACIÓN ANTES.

Lo ideal es tener un delicado equilibrio entre ambos, de manera que puedas ir aceptando en el perfil personal a gente con la que interactúas dentro de tu género literario.

No conocer las normas de «etiqueta» de cada red social para escritores

Además de la educación, hay que tener sentido común. Una vez, una escritora me preguntó en abierto en Twitter si me había gustado su novela. No suelo comentar novelas que no me gustan, así que por eso no había dicho nada de la suya. Escribir una novela es un trabajo arduo y por respeto al escritor no hago críticas negativas, pero me puso en un compromiso. ¿Qué le digo? Si le digo que sí, es posible que mis seguidores la compren y piensen que tengo un gusto nefasto, con lo cual no vuelvan a confiar jamás en mí. Y para mí lo primero son mis seguidores. Si le digo que no, quedo fatal. ¿No podía habérmelo preguntado por privado?

De la misma forma, no corrijas en público errores de otros. Envíale un privado si ves una falta, un error, o lo que sea. Nadie es perfecto.

Hay que conocer las normas del juego social. No discutir por cosas absurdas. No hacer caso de los trolls. Mencionar a la persona cuyo contenido compartes. Ser agradecido.

En Twitter debes utilizar acortadores. Por ejemplo: bit.ly. El tweet se ve más elegante y permite compartirlo más cómodamente. Si usas Buffer o Hootsuite para programar los tweets, ya tienen sus propios acortadores.

En la página de Facebook, debes alternar tus enlaces con otros enlaces que sean interesantes para tus lectores. Si cuelgas demasiados enlaces de la misma página (aunque sea la tuya) en Facebook, la red interpreta que estás haciendo spam y te hunde en la miseria de los no-mostrados. No olvidemos que es una máquina, así que razonar, razona lo justito.

Procrastinar

Las redes sociales tienen un enorme peligro y es que puedes pasar las horas muertas en ellas. Limita los tiempos. Yo suelo programar todo mi contenido en Buffer a medida que voy leyendo en el lector de feeds.

Si no recuerdas lo que es un lector de feeds, es una herramienta en la que ir incluyendo blogs de tu temática para que te avise de cuando actualizan y poder revisarlos todos en el mismo sitio. Los más conocidos son Bloglovin’ y Feedly.

Solo me meto en redes sociales cuando estoy haciendo otra cosa: por ejemplo, estoy esperando a que la comida termine de hacerse o en la cola del banco, del médico o de donde sea (por colas que no falten).

Si estoy trabajando hay una maravillosa aplicación de Google Chroma llamada Stay Focusd que no me deja entrar en ellas. Y, por supuesto, tengo siempre desactivadas las notificaciones. Solo así es posible que las arenas movedizas de las redes no te traguen.

No ponerse en el lugar del otro

Odio las cadenas en plan «nomina a cuatro más» que te petan el TL de Twitter de mensajes que te la traen al pairo y te hacen perder información de los que sí te interesan.

Lo mismo me pasa con los #FF (follow friday) en los que los viernes recomiendas cuentas para seguir y todo el mundo da las gracias al que lo hace, petando a los demás de tweets dando gracias. Puede que en su momento, cuando Twitter estaba empezando, tuvieran su gracia. Ya no la tienen.

Son molestos.

Cuando etiquetas a una persona en un tweet, yo suelo tener el detalle de etiquetarla en la foto para que, si no le interesa, se pueda quitar del tweet.

Si lo que haces es etiquetarla sin más, la obligarás a tragarse todas las respuestas al tweet.

Y, por supuesto, no la etiquetes si no tiene nada que ver con lo que estás diciendo. Por ejemplo, «cuelgo mi novela de fantasía. ¡Qué gran idea! Voy a etiquetar a todos los blogs de fantasía para que la lean y me la reseñen».

NONONONONONONONONONONONONO

No tener objetivos en redes

Estar por estar. No tener objetivos, ni público definido, ni planificación. No hacer análisis de tus redes sociales. No saber quién es tu competencia para aprender de lo que les funciona (No copiar, que eso está muy feo). No saber cuáles son tus palabras clave. Creer que cuantos más seguidores, mejor y ponerse a seguir a todo el mundo como un loco.

En otras palabras, no saber si lo que estás haciendo te sirve para algo. Puede que inviertas miles de horas en retocar fotos en instagram, pero resulta que no veas aumentar las ventas de tus libros o nadie llegue desde esa red a tu blog. ¿Para qué estás invirtiendo tiempo entonces? Si no consigues tus objetivos, bien hay que cambiar algo y ver si así funciona o bien hay que cambiar la red social.

En resumen…

Podría estar hablando horas de los errores que los escritores cometemos en redes sociales. Pero estos que te pongo son los más frecuentes. Hablaremos de más en los casos prácticos que voy a empezar a dar para los mecenas del podcasts. Y también tienes cómo trabajar cada red social en los cursos de la plataforma.

¿Crees que me dejo algún error en el tintero?