¿Cuántas veces has pensado quiero publicar un libro y acto seguido te has echado atrás?
¿Qué posición en tus propósitos ocupaba esta tarea hace solo dos meses cuando le diste la bienvenida a 2020 y cuánto has hecho por lograrlo?
¿De verdad te vas a rendir si ni siquiera han pasado 60 días? ¡Que estamos todavía en febrero y hay mucho año por delante!
Publicar un libro es complicado, pero si algo he aprendido con el paso del tiempo es que en el mundo literario quien la sigue la consigue.
Y que la zona de confort es un enemigo demasiado poderoso para que un escritor permanezca en ella.
Sobre todo porque tienes en tu mano la oportunidad de «yo me lo guiso y yo me lo como» y eso te abre un sinfín de puertas.
Ah, que tú eres de los que tiene pocos problemas con publicarlos, pero que constantemente afirma aquello de no quiero vender.
Eres de los miedosos.
¿Puedo preguntarte por qué?
Porque te han convencido de que vivir de tu pasión es ilegítimo. Que si ganas dinero con tu vocación la estás traicionando. Aquello de que «la literatura es arte, no trabajo». Que por qué quieres cobrar si es lo que te pide el cuerpo.
Estoy seguro de que lo has escuchado en muchas ocasiones, ¿verdad?
Pero no es así.
Aunque no eres el único que comparte este pensamiento.
Yo mismo lo llegué a pensar durante un tiempo.
Existen muchos escritores que experimentan un conflicto cuando se trata de vender sus libros.
Por alguna razón, que después quiero comentar contigo, sienten que vender su arte está mal.
¿Qué hay de malo en tratar de vivir de aquello que te apasiona?
Y si tú ya sabes que para tu protagonista el conflicto es el motor de su historia, ¿por qué no conviertes este en tu catalizador?
Si te da miedo vender, sientes prejuicios por hacerlo o tienes cualquier pensamiento que te limita a la hora de dar un paso hacia delante, quiero darte la bienvenida a este artículo.
Por qué en España nadie quiere vender su arte
¿Este conflicto existe solo en la literatura o va más allá?
Si has elegido la segunda opción, estás en lo cierto.
En España existe una visión muy limitada a la hora de que un artista quiera vivir de sus creaciones.
Si te digo cuántas veces me han dicho que no tiene sentido ganar dinero con una vocación creo que me tiraría por la ventana.
Y menos mal que vivo en un bajo.
Tanto desde el punto de vista del artista como de los potenciales consumidores.
Aunque después les apasione quedarse un domingo entero en casa con una maratón de Netflix.
Como sé que la mejor manera de ilustrar cualquier realidad es con un ejemplo, te quiero contar una historia que experimenté con un amigo hace unos años en la terraza de un bar.
Mientras nos tomábamos algo le contaba que me acababa de comprar un videojuego para el iPhone que me había costado 1,99 euros.
Él me miró como si le acabara de decir que había asesinado al último unicornio en la Tierra y me preguntó que por qué pagaba por estas cosas, mientras se pedía otra cerveza, cuyo coste era superior a este videojuego.
¿Quieres más ejemplos? Con este seguro que te sientes identificado.
En todos los trabajos que he tenido han sabido que me apasiona leer y cuando lo he contrado siempre, y digo siempre, ha aparecido alguien que me ha mandado por WhatsApp o por email un enlace para descargar libros de forma ilegítima.
A estos siempre les he respondido con tranquilidad que yo no pirateo: ni libros, ni películas, ni videojuegos… nada de nada.
Y su respuesta siempre es mirarme como si fuera tonto por pagar por lo que puedo conseguir gratis.
De hecho, con 16 años era el iluso del grupo de amigos porque me negaba a piratear nada.
Eso sí, si un día había que hacer horas extras son los primeros que están exigiendo que se las paguen en el acto.
En España existe un gran complejo alrededor del mundo del arte, no solo dentro de él.
La sociedad ha dado por buena la idea de que todos estos productos deben ser gratuitos y si te atreves a cobrar por tu trabajo eres un vendido, una persona que piensa que la cultura es solo para las élites…
Tengo un compañero de trabajo que me dice que él ni va al cine ni se suscribe a plataformas virtuales como HBO o Amazon Prime porque considera que el contenido debería ser accesible para todos y no un lujo, mientras que después él entra a cualquier página pirata a consumirlo.
Cuando le preguntas que cómo habrá arte si los artistas no ganan dinero, él siempre contesta que los gobiernos deberían hacerse cargo.
Y aunque en el mundo de la piruleta sería maravilloso, vives en un lugar donde el azúcar por miligramo de sangre es inferior.
Pero, ¿habría cultura si nadie pudiera dedicarse a ella por completo? Por supuesto que no.
Durante una etapa larga de tu vida estás dispuesto a hacerlo porque sí, porque te remueve algo por dentro.
Sin embargo, conforme creces y la vida se complica, esto de dedicar tiempo a la nada se vuelve mucho más difícil.
Quieres un retorno.
Y te mereces tenerlo.
Así que te quiero formular una pregunta: ¿por qué publicar un libro y no dedicar tiempo a la venta? ¿No sería mejor en ese caso guardarlo para ti en un cuaderno y ya está?
Puedes enfocar esta tarea de la manera que quieras, pero hay una cosa que tengo clara: si has publicado tus libros es porque quieres que los lean.
Será más o menos prioritario, pero hay una parte de ti que ha dicho quiero publicar un libro y quiero vender mi libro.
El escritor como parte de una cadena de negocio
El problema es que aunque el escritor piense «quiero publicar un libro, pero no quiero dedicarme a vender», este planteamiento tiene poco recorrido.
Sobre todo si su objetivo es publicar en una editorial tradicional.
Un negocio en el que las ventas cuentan y en el que es más importante el criterio económico que el literario para elegir las obras.
Sé que para ti puede chocar. Siempre has visto el mundo de los libros como ese espacio en el que convertir en realidad tu sueño de niño, pero la realidad es que las editoriales son empresas y se mueven por los beneficios.
Y a veces los escritores idealizamos a las editoriales como esas arcas que buscan las historias más bonitas del mundo.
Que muchas nacerían con ese objetivo, pero la realidad es que para sobrevivir hay que mirar también a la realidad de manera práctica.
Cuando el escritor comprende que es una pieza más dentro de una cadena afronta su trabajo —porque escribir puede ser tu trabajo— de una manera mucho más efectiva.
Pero para ello necesitas quitarte de la mente la versión idílica de ese escritor atormentado que escribe para sacarse de dentro sus fantasmas y convertirla en una persona que es consciente de que tiene algo de valor que ofrece a un público.
¿La pieza más importante? Pues depende mucho de a quién se lo preguntes. Siempre me ha parecido el mismo caso que el piloto de Fórmula 1. Es el que atrae todas las miradas, pero jamás hay que olvidar a todos los de detrás.
Sin ellos todo lo demás no sería posible. Y tú tienes derecho a ganarte la vida con tu talento y trabajo: hacer felices a personas con historias que puedan cambiar su mundo.
¿Cuántas horas le dedicas a escribir un libro?
Antes de seguir quiero que retrocedas un instante. Todavía antes de que te plantearas eso de quiero publicar un libro. Al mismo proceso de crearlo, que estoy seguro de que te apasiona.
Escribir un libro es un trabajo (casi) diario. Cada jornada le dedicas un rato que te empeñas en buscar y que podrías invertir en cualquier otra tarea.
Estudiarás o trabajarás, tendrás una o mil responsabilidades, pero la realidad es que cuando te sientas delante del ordenador lo que estás haciendo es sacrificar ocio y descanso para contar la historia que necesitas escribir.
Cómo vas a decirte que no luego a quiero publicar un libro. ¡Por favor!
Emprendes un proyecto, como cualquier otro empresario.
Para ello habrás dicho que no a ir al cine o a tomarte unas cervezas con amigos, habrás decidido acostarte una hora más tarde o despertarte antes para poder trabajar con tranquilidad e importunar a tu vida lo mínimo posible.
Pero lo haces porque sientes que has nacido para contar tus historias. Porque sabes que no hay nada que te haga más feliz que dejarlo todo por ponerte delante de tus letras.
¿Y dónde se encuentra esa parte oscura que te lleva a tener perjuicios? ¿Cómo intentar vender tu obra podría romper la magia de ese momento?
Quiero que ahora te lo plantees de otra manera. Por un instante, me encantaría que te imaginaras un escenario en el que tu único trabajo fuera escribir.
Imagínate despertarte por la mañana y disfrutar de tantas horas como quisieras para plantear esa historia que quieres contar.
Piensa en esa charla con un café que podrías tener con un experto en un tema mientras investigas para tu próxima historia.
O recuerda esa jornada en la que querías escribir pero estabas tan agotado que era imposible. ¿Cuántas de ellas quedarían si tu trabajo fuera contar historias?
Una de las movilizaciones que siempre más me ha gustado es la de #EscribirEsMiTrabajo.
De alguna manera está reivindicando todo lo que te estoy pidiendo en este artículo: que tienes derecho a ganar dinero con tu esfuerzo.
Serán 10 euros al mes, 1.000 o 10.000. Eso es lo de menos. Lo importante es que estás creando un producto para un mercado y que tienes unos clientes que están dispuestos a pagar por ello.
El arte solo puede subsistir si quien lo crea puede comer.
Cuanto más centrada tenga la mente, más capacidad dispondrá para convertirlo en realidad.
El síndrome del impostor te está limitando
¿Sabes cuál es uno de los grandes agentes limitantes con los que tienes que lidiar? El famoso síndrome del impostor.
Seguro que en más de una ocasión te has puesto delante de tu ordenador y has pensado que para qué escribir, si no eres lo suficiente bueno.
Sin embargo, este no es el peor de los escenarios. ¡Ni por asomo!
Pero quiero ir todavía un paso más allá. Has llegado a tener el manuscrito entre las manos y has estado apunto de desecharlo porque piensas que no tiene calidad.
¡A pesar de que el «no» ya lo tienes!
¡Y no lo mandas!
De hecho, es posible que tengas varios libros ya publicados y que llamarte a ti mismo escritor o escritora te suene mal y te cause bastante nerviosismo y contrariedad.
Todo ello es consecuencia del síndrome del impostor y de sentir que no te mereces tus éxitos. Es decir, cómo vas a vender algo que tú piensas que no tiene calidad y, por tanto, te convences para no hacerlo.
Pero es mentira.
Podrás haber tenido más o menos suerte, y es que esta juega un papel fundamental es evidente, pero la realidad radica en la idea de que para subir escalones en este mundo hay que trabajar.
Y el esfuerzo repetido da lugar a los métodos, que son el verdadero camino para alcanzar un punto destacado dentro del sector literario.
Y es que el síndrome del impostor es muy difícil de gestionar. Por un lado sabes que el hecho de haber publicado cualquiera de tus libros —y de cualquier forma— está bien, pero los ves ahí, en internet y en librerías y te convences a ti mismo de que nadie debería comprarlos.
Aunque no te lo creas a esto también ayuda todo el complejo social que hay alrededor de la cultura.
Después de todo, si desde pequeño te meten en la cabeza la idea de acceder al todo gratis, ¿cómo no te sentirías culpable tratando de cobrar por tus obras?
Acabas en ese círculo de vicioso de sí, quiero publicar un libro, mi historia, pero me siento mal vendiéndolo.
La mente siempre juega malas pasadas.
¿Qué pensará el resto?
Ser escritor es una carrera profesional y como tal tienes que entenderlo. Eres un escritor emprendedor.
Sin embargo, a diferencia de otros muchos trabajos que existen, este implica una exposición muy elevada delante de muchas personas y hay quienes no se sienten a gusto con ello.
Que la exposición no es para todo el mundo es un hecho y hay que pasar por una fase poderoso de aclimatación para conseguir acostumbrarse.
Pero es curioso que las personas que más nos acomplejan son las que ya conocemos y no aquellas que te puedan encontrar de casualidad.
Por ello tantos escritores se sienten cohibidos a la hora de promocionar su obra, por ejemplo, a través de las redes sociales por el qué pensarán los conocidos de toda la vida.
Eres escritor. Estás luchando por tu presente y por tu futuro. Si quieres hacerlo, tendrás que ir con todo y que se entere quien se tenga que enterar.
De hecho, quiero ir todavía más allá.
Si eres escritor, estoy seguro de que en algún momento te han preguntado que por qué cobrarías por tu vocación.
Y aunque a veces se me olvida que los que escribimos podemos lamer la pantalla del ordenador para alimentarnos, también es cierto que tenemos ciertos caprichos como respirar y beber agua de tanto en tanto.
¿No puede monetizarse una vocación? ¿Dónde está la ley que lo señale?
El problema es que la gente vive muy cómoda en un mundo en el que con un clic llega a todo sin preocuparse por nada más.
Es muy fácil observar un libro como un libro, sobre todo si no te quitas la venda y te empeñas en no ver todo el trabajo de escritores y profesionales que hay detrás.
Por mucho que te hayan vendido la idea del todo gratis, que sepas que es fundamental que sepas que puedes vivir de tu pasión y seguirá siendo una vocación.
De hecho, aquí te defendemos que sí, que puedes vivir de ella.
¡No tengo tiempo para dedicarme a la promoción!
Sé que durante todo este artículo te he hablado de prejuicios, pero esta puede ser una limitación real.
Cuando eres joven inviertes sin reparos todo el tiempo necesario en la promoción de tu novela porque no tienes tanto que hacer como cuando eres adulto.
Pero, claro, todo cambia cuando creces.
Tendrás una vida laboral que te complicará muchísimo las oportunidades de poder dedicar cada hora del día a promoción. Y por ello entiendo desde tener presencia en redes hasta estar presente en todos los eventos que puedas.
Total, que mi consejo en este punto es que trates de encontrar un equilibrio. Y como sé que estás pensando que no te he desvelado nada (y es cierto), déjame que me explique un poco más allá.
Como cuando empiezas cualquier proyecto, en primer lugar tiene que ocupar tu tiempo libre. Así que trata de acercarte a los eventos más cercanos y a los que se den durante los fines de semana.
Una vez esto esté cubierto, si la cosa empieza a carburar es cuando tienes que plantearte si tienes la oportunidad de ir dándole más peso. Empezando por sacrificios personales (esa cerveza no me la tomo hoy, que tengo que ir a hacer networking).
Y si todo fuera bien, llegará ese momento de la gran decisión: ¿dejo el trabajo?
¿Llegará este momento? Pues depende de tantos factores que de ninguna manera me atrevo a jugar a ser futurólogo.
Sin embargo, lo que sí que te quiero decir es que llegará un momento en el que tú quieras más por tu esfuerzo y horas invertidos. Ahí ya no bastará con quiero publicar un libro, sino que querrás venderlo.
Ahora quiero que reflexiones durante un rato sobre todo el esfuerzo con el que has asentido en el apartado anterior.
¿Te has dado cuenta de cuánto esfuerzo y tiempo hay detrás de cualquier libro? ¡De cualquiera!
¿Estás dispuesto a invertirlo para contar tus historias, pero tienes reparos en aceptar la contraparte?
Si tienes la posibilidad de ganar dinero gracias a ello, ¿por qué dirías que no?
¿Soy comercial? ¡Eso no es literatura!
Este es uno de los casos más extendidos que he encontrado y que me produce más quebraderos de cabeza.
¿Tú sabes cuántas personas quieren publicar y no vender porque asocian que ser comercial es tener una inferior calidad?
Y eso consigue que el pensamiento de quiero publicar un libro no aparezca.
Pues contaría los dedos de mis manos por decenas y me seguirían faltando.
De hecho, sé que en más de un Máster de edición se diferencia entre literatura y comercial, como si lo único que mereciera la pena sea aquello que solo gusta a unos pocos.
Pero esto va más allá de la literatura: en cualquier arte la etiqueta comercial tiene una connotación negativa. Por no hablar de que muchas veces se habla de que alguien se ha vendido para afirmar que ha dado un paso atrás con el hecho de ser comercial.
¿Y qué?
Lo primero que te quiero defender es la idea de que lo comercial puede ser bueno, muy bueno y obras maestras sin ningún problema.
Harry Potter es comercial y seguro que estás de acuerdo conmigo en que lo que ha conseguido jamás lo habría logrado una obra mediocre.
Sin embargo, ¿era comercial en un principio? Por supuesto que no: era literatura fantástica. Y de hecho ha sido esta saga la que ha contribuido en mayor medida a normalizarla en el mundo.
Que a veces se olvida que una saga como Game of Thrones unos cuantos años atrás hubiera sido por completo imposible. Por lo menos en cuanto al éxito cosechado.
En la época de tus padres hubiera sido esa serie de frikis.
¿Puede algo tener poco público y ser muy bueno? Por supuesto. Pero no por defecto.
Parece que hay muchas personas que prefieren elegir ser desconocidos para que nadie entienda su arte y se puede ir por otro camino.
El problema es que la idea que tienen muchos de algo comercial es que el autor de la obra (sigamos con la literatura) renuncia a su visión de la obra para contentar.
Y, ojo, habrá casos en los que esto sea así pero también otros muchos en los que no.
Y ambos casos son respetables de la misma manera.
Pero, ¿qué tiene de malo que un autor trate de ganarse la vida con una historia que contenga los elementos que él sepa que venden?
Si la historia es buena y el trabajo de detrás, profesional, ¿por qué rechazarlo?
De hecho, este trabajo dice mucho de una persona que está preocupada por ofrecer un producto de calidad al público.
¿Estás ya preparado para vender?
Espero que sí y que este artículo te haya ayudado a dar los pasos hacia delante que necesitas para lograrlo.
Deja de decirte quiero publicar un libro con miedo a vender. Estás en tu derecho de lograrlo.
Así que lánzate a la piscina. Te mereces la oportunidad.
¡Vivir de escribir es posible! Así que repite conmigo: ¡quiero publicar un libro y quiero venderlo!